California, años 40, cientos de piedras, algunas de hasta 300 kilos, parecen desplazarse sobre el lago seco de Racetrack Beach, como si fuesen seres vivos, dejando tras de sí surcos que testimonian su movimiento. Este misterio no fue resuelto hasta 2014, cuando Richard Norris, oceanógrafo del Scripps Institution of Oceanography, descubrió cómo la fina película de hielo que cubría de noche las rocas, al derretirse con la salida del sol, se quebraba formando paneles flotantes, bastando entonces un simple viento para empujar las rocas y deslizarlas.