Imagina una fruta del tamaño de un melón, con espinas y que además huele a una mezcla de excrementos, queso azul, cebolla quemada, miel, etc. ¿Serías capaz de probarla? Pues esta fruta tan extraña no es invención de nadie, sino que realmente existe. Su nombre es durián y es común encontrarla en mercados asiáticos. Eso sí, su interior es carnoso y hay quien dice que sabe como a vainilla. Sin duda, una combinación de olor y sabor poco común que divide al mundo entre detractores y defensores del durián.