Aunque se tiende a asociar el peligro de un animal con el tamaño de sus dientes, esto no siempre es correcto. Tenemos para demostrarlo el ejemplo de los caracoles de agua dulce, los cuales, pese a su pequeña talla, liberan con sus heces unos parásitos que contagian la esquistosomiasis a los seres humanos, una enfermedad que cada año se cobra 10.000 vidas, una cifra estratosférica si se la compara con las muertes que, por ejemplo, causan los prácticamente inofensivos tiburones, apenas 10 al año.