El llamado calamar vampiro del infierno no debe su nombre a que chupe la sangre de sus víctimas, sino a su curiosa morfología, dotada de una piel delgada y elástica que conecta sus ocho tentáculos y se asemeja a la capa de un vampiro. Pero más allá de su singular apariencia física, este calamar se caracteriza porque no expulsa tinta cuando se ve amenazado, sino una nube pegajosa de moco bioluminiscente que forma una cortina con la que confundir y despistar a sus posibles depredadores.
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