Ninguna otra especie vive tan al límite como los colibríes. Tienen que libar néctar continuamente, pero sin pasarse porque no podrían volar con el más mínimo sobrepeso. Mueven las alas más de 70 veces por segundo y tienen un ritmo cardíaco de 1200 latidos por minuto. Consumen tanta energía que una hora sin comer significaría la muerte por inanición. Todas las noches entra en letargo y hasta sus riñones tienen que dejar de funcionar ¡para no morir mientras duerme!
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